martes, mayo 03, 2005

Sexo, pudor y lágrimas

"Había descubierto fascinada, estremecida de placer y de
miedo, que todos los libros del mundo hablaban de ella."
La Reina del Sur


Cuando uno está en cierta onda mental, por lo general el Universo nos refleja esa idea de mil maneras. Puede ser simple, como cuando uno desea algo y parece que todo nos lo recuerda. También puede ser muy complejo, como cuando uno está en un proceso mental determinado y nos llegan “señales” o casualidades que nos ayudan a comprender mejor y a tomar decisiones fundamentales.

Y con ninguna otra cosa sucede esto tanto que con el arte. Cuando leemos un libro, cuando vemos una película o vemos un cuadro, lo comprendemos con los ojos de nuestro “momento” mental. De repente, entendemos a profundidad la letra de esa canción que siempre nos pareció tan equis, y que ahora nos llega como un relámpago en nuestras entrañas. Es como si de pronto, cada obra de arte nos hablara de nosotros mismos. A veces no siento, me siento tan frío y no estoy, a veces me ausento de mis sentimientos...

Acabo de ver Sexo, pudor y lágrimas y creo que nunca me había compenetrado tanto en la historia, las frases y los personajes. Bueno, nunca la había visto después de haberme peleado con el galán. Y tampoco sabía que el director-escritor-guionista era del gremio, lo cual es cierto si mi radar no me falla vía DVD (ah! es que también vi el “behind scenes”). Esto explicaría mucho de las “reveladoras subtramas” y claves de la película absolutamente gremiales.

El miedo a crecer de Tomás, el pudor sexual y sentimental de Carlos, la promiscuidad de la mitad de los personajes, los complejos de María, la superficialidad de Miguel y Andrea y el generalizado miedo a amar de todos fueron durante el tiempo de la peli, mis problemas. Comprendí, como Tomás, que para amar es necesario abrirse y sentirse vulnerable. Si no, simplemente “no pasa nada”. Y luego sonrío, recuerdo y me aferro a vivir… La necesidad de intelectualizar y hacerse la fuerte de María fue por un momento la mía propia, mi dificultad para compartir mis sentimientos con los demás. Y también compartí el vacío que queda en Miguel y en Tomás después de buscar en el simple sexo eso que no puede hallarse allí. Pero es que todavía no encuentro, lo que en mí sería normal para darte mucho más y entregarme por completo...

Y es que yo digo que en estas cosas del amor todo es subjetivo. Y quién me diga lo contrario perdón, pero está pendejo. La Mamá tiene razón: Nadie escarmienta en cabeza ajena, mhijo. Nadie puede vivir por ti, pues y menos ver las cosas como tú las ves. Y es que gran parte de una relación es eso, el intentar asomarse a la cabeza del otro e intentar ver de un vistazo eso que no sabemos. Y luego pretender que sabemos. Como primer paso al menos. Como diría Erich Fromm, uno cree que conoce al otro perfecto, pero eso es sólo una ilusión. Me quieres ver grande, a pesar de lo débil que soy y si llego hasta el fondo, me sacas de nuevo... A eso hay que sumar la deformación de la realidad que cada uno elabora en su propia psique, esa alquimia mental que nos hace ver la vida de una manera particular, nuestra. Al final de este largo camino, descubrimos que ni así podemos hacer lo esencial, que es encontrar la salida a nuestra separatividad, la cual, si hacemos caso nuevamente a Fromm, es la fuente de toda angustia desde el nacer. Yes, we´re fucked.

Pero parece haber esperanza, apelo al impulso vital del que hablaba Freud. Ese que me hizo en un momento de gran actividad bioquímica y psíquica tener visiones de todos los momentos felices que me faltaban por vivir. Ese impulso que me hizo brincar de la cama, tomar el celular y mandar el mensajito salvador de mi vida amorosa: “Amor perdóname, soy un tonto”. Y que al mismo tiempo, in the name of Love, hizo al cerebro bloquear todos aquellos pensamientos independentistas tipo “wey, estás seguro?”, “de arrastradín, que no?” y “si tú no tuviste la culpa”. Por eso me quedo, me aferro y te quiero… Ese impulso de vida que, entre otras cosas, hará que en el concierto de Juanga no me lleguen tanto las canciones… Yo no nací para amar, nadie nació para mí...

Por lo pronto aún no encuentro ese algo que en mí sería normal para dar mucho más y entregarme por completo. ¿Sexo, pudor o lágrimas? Me da igual...