Hoy fue un día hermoso. Soleado y con esa brisita fresca otoñal que tanto me gusta. Iba manejando por Coyoacán, feliz después de haber ido a dejarle su regalo de cumpleaños a la Gorda a su trabajo (su cumple fue hace meses pero así somos). De repente, veo un letrero "Helados de yogurt artesanales", el cual bastó para que me frenara, pusiera las intermitentes, me echara en reversa y me estacionara en doble fila. Después de dudar muchísimo (tengo un talento especial para exasperar a todo tipo de dependientes y vendedores con mi indecisión) entre los muchos sabores, me decidí por la sugerencia de la vendedora: manzana. El helado te lo sirven en un barquillo que hacen allí mismo en una como wafflera. Luego le dan forma de cono, sirven el helado, lo recubren con chocolate y le ponen el cereal de tu preferencia. El mío llevaba almendras en rebanaditas, amaranto (milagrosamente sin pasas) y granilla de chocolate. Era muy tentador sentarme en una mesita y disfrutar de la brisita, aunque una punzada de súbito civismo me hizo subirme a mi coche. Una camioneta blanca se estacionó detrás de mí, lo cual terminó por quitarme todo sentimiento de culpa de andar entorpeciendo el tránsito (que era poco a decir verdad). Y entonces, probé el cielo...
Mientras comía mi helado, como que toda la ricura del día se concentraba en mi boca. El placer se intensificaba cada que masticaba una cascarita de manzana y mordía la orillita del conito, aún con chocolate. El mundo era un lugar agradable, las guerras, la pobreza y el hambre mundiales quedaban muy, muy lejos. Todo lo que veía era los árboles y los rayos dorados del sol. El ruido de los coches se convirtió en un sonido lejano, todo lo que oía era la música clásica del stereo y los sonidos crujientes en mi boca. Por un momento recordé tardes doradas de mi niñez, pero la verdad es que preferí enfocarme en el presente. El aquí y el ahora eran perfectos. Y, así fue como en ese ratito, que no sé si fue corto o largo, el cielo tuvo sabor a manzana...
Si alguna vez se encuentran con ese letrerito en una tarde soleada, no lo duden ni un momento. A lo mejor tienen suerte como yo, y experimentan uno de esos momentos donde todo es perfecto. Creo que le llaman felicidad.
Este blog es simplemente un acto de expresión. Creo en el poder de la palabra pero no esperen que dicho poder sea siempre reivindicado con justicia en este lugar. Simplemente relájense. Les va a gustar...
viernes, septiembre 30, 2005
viernes, septiembre 23, 2005
Once Upon a Time in Acapulco Bay o Los muppets toman Acapulco
Para ir a la boda de Karlita todo se complicó. Primero drama de Hectorín (con todo y mail sentido) que porque no le poníamos mucho feeling al primer viaje que hacíamos Moni (de cariño Gorda), él y yo juntos (y quizá el último porque la Gorda ya se nos casa muy pronto también!!) Después la Gorda nos habló para decirnos que acababa de chocar y que pues la idea de irnos en su coche pues nanay. El querido Roosty de tantas aventuras estaba en reparación y el Mafafo (el coche de Hrín) tenía una llanta chueca y tiraba aceite. Cuando hablé para preguntar si había boletos de camión (en puente del 15 de septiembre) la operadora hasta se rió de mí. Finalmente el Gordo (o sea mi venerable padre) nos prestó un coche a última hora y partimos a la aventura.
Jueves 15. Yo como conductor resignado, todo súper bien en la carretera, echando el chal como hace mucho no lo hacíamos (a pesar de que la Gorda ya se nos estaba cuajando). Hasta que llegamos a las proximidades de Chilpancingo y el litro y medio de agua que la Gorda se agandalló de Hrín pugnaba por salir con impetuosa energía. “Un baño, por favor un baño!!” “Weeey les estuve diciendo todo el camino si querían ir en cada baño que se nos atravesó y dijeron que no” “Por favor un baño” decía, ya con voz débil. Para ese entonces ya estábamos en la zona urbana de Chilpancingo y la pobre Gorda ya ni hablaba; yo súper nervioso de que ocurriera algún accidente dentro del coche, le metía velocidad al asunto ante el consabido nerviosismo de Hrín “Friend, cuidado!” “Vas muy rápido, Friend!”, etc. Finalmente un letrerito llegó como una salvación: Gasolinería a 1 km. Pues hacia allá a toda velocidad. A lo lejos se leía “El Tecuán, Restaurante-Bar” Mis gritos: “Gasolinería o Tecuán!! Digan!! Gasolinería o Tecuán” La Gorda hizo uso de sus últimas fuerzas para decir “Tecuán, Tecuán!!”
Nos estacionamos cual Dukes of Hazzard región 4. “Gorda corre”. Mute. “Es que no puedo” “Cómo wey” “Es que no me puedo volver a abrochar el pantalón” [Insertar aquí imagen mental de la Gorda con el pantalón desabrochado y cara de infinito agobio] “JAAA-JAJAJAJAJAJAJA” “YAAA, no me hagan reír”. Superado el handicap, corrimos al baño y digo corrimos porque yo también, no sé si por inspiración, necesidad o empatía, ya también me hacía. [Ahhh taco de ojo colectivo en el Tecuán, lugar recomendado].
Nuestra primera parada en Acapulco fue en la Comer, donde nos tardamos hoooras y compramos medio súper. Con el coche cargado tipo La Risa en Vacaciones, incluyendo el vestido de Moni colgado de un lado, llegamos a donde rentamos la suite, donde el botones amablemente sacó una caja gigantesca para llevar nuestros víveres además de nuestras maletas (imagínense el equipaje de dos gremiales y una niña), las cajas de chelas, el indispensable tequila y demás necessaires. Tanto era que el pobre de Hrín tuvo que entrar con la plancha en la mano, jajaja.
Una terracita con una vista maravillosa de la bahía compensó ciertas carencias de nuestro alojamiento y, muy en plan chefs, nos dispusimos a cocinar hamburguesas de pollo, las cuales humearon nuestros aposentos tipo Operación Tormenta del Desierto. Después muy patrióticos vimos el grito en la tele con chelas y los fuegos artificiales de la bahía. El plan era ir a tomar algo a un lugar bonito, regresar a la Gorda al hotel para que descansara (le pusieron collarín) e ir los dos alegres compadres de antro gremial (yo muy emocionado porque era la primera vez que iba en Acapulco a un antro de esos!!) Al final la Gorda le sacó, que quería descansar y estar bien para la boda y nos abandonó a nuestra (buena) suerte.
Con beneplácito (y después de ser muy chuleados por nuestra fiel y leal Gordis) descubrimos que un antro estaba cruzando la costera (nuestro optimismo al máximo) y llegamos sólo para descubrir que estaba medio vacío. Buenooo pues dijimos, unos drinks y a ver si se llena o a ver si nos vamos a otro (eran las 12). Por supuesto un tequilita para calentar garganta. Hrín y yo claro, pasando revista al ganado. Un chaparrito con sombrero norteño y tatuajes era la primera opción de mi querido amigo. Yo aún no me decidía cuando un negro (que luego resultó no ser negro, sigan leyendo) muy alto me empezó a hacer plática. Abogado, de New York (dije: ya la hice jajaja) y muy chuleador, me acabó de ganar cuando me dijo que me veía más joven que de 25 (Heaven…I´m in heaven…) Ni tardo ni perezoso después de cierto sabroseo, procedió a hacerme propuestas indecorosas. Pero que ni en su lugar ni en el mío porque había gente. "Don´t worry, I have muchou dinerou, I could pay a room dounde tu quieraas", fue su respuesta (qué tal, eh?) Pero mucho sabroseo, mucho sabroseo pero… ¡ni un besito! En palabras del Chiquis, “se quería meter a bañar sin prender el boiler”. Ya me estaba rajando cuando un stripper desnudo nos baila en la barra, con un instrumento bastante respetable y mi “negro” me dice “Mine is bigger” y que me pone la mano. Madres! Estaba gigantesca… Yo estaba entre la hueva y la desidia haciendo tiempo, que fue cuando descubrí que no era negro sino hindú (ya ven que son morenos muy morenos). Finalmente dada la falta de estímulos orales, me ganó la hueva de salir a la lluvia a buscar un cuarto de hotel en pleno puente y pues le dije que estaba muy complicado el plan, que mejor en otra ocasión. Después de un rato me dijo “I think i’m gonna take some fresh air” y se fue para no volver. Fin de la historia del negro fake.
Cuando volteé para comentar el punto con mi amigo, descubrí que ya estaba en gran plática con el “norteñito” (que tampoco era norteño) que le había gustado. Pues me puse a platicar con ellos (claro después de obtener autorización del mini-friend) y le dije al pseudo-norteño que me presentara a uno de sus amigos. Se va muy entusiasta a eso cuando Hrín sin mayor preámbulo me dice “Weeey, es prostiiii!!! Que me cobra 300 la cogida!!” “Cóomo wey? Es neto?” “Sí, pero no sabes, es súper simpático, me tiene botado de la risa” Ya cuando regresó el norteño (que no era norteño sino de Celaya) le dije que mejor no me presentara a nadie, jajaja. Y en serio era súper simpático, no saben, nos contaba chistes, nos enseñaba sus tatuajes (incluído el de la nalga derecha), nos animaba a que tocáramos sus músculos, bueno, hasta una chela le pichamos (le daban una ficha por chupe. Sí, mis queridos amigos ¡NOS FICHÓO! jajaja [Toda una vida chichifa tirada a la basura!]) Por supuesto yo aproveché que ya habíamos pagado por su prostituta compañía para hacerle la entrevista al más puro estilo Cristina Pacheco con respecto de su oficio. Así, nos enteramos que tenía novio, que no aguantaba más de dos rounds por noche, cuánto le medía (la verdad como que nos mintió, yo se la ví más petite), cómo escogía a sus clientes (que le cayeran bien jajaja), y entendimos la diferencia entre un prosti y un chichifo, entre otras cosas. Por supuesto a la hora que le tocaba bailar en la barra, Hrín obtuvo trato VIP (cómo no llevaba cámara, caray!)
Ya después nos quedamos a ver un aburrido, eterno y malo show travesti y como dice el dicho “si te aburres, chupa”, pues acabamos medio pedos, amenizados por las intermitentes visitas del ya “nuestro” prosti (el cual para ese entonces ya le había bajado la tarifa al Chiquis a $250 jajaja) Algo alcoholizado, comencé a hacerle plática al chavo sentado junto de mí, el cual me salió con el cuento de que no quería que fuéramos un faje de una noche, que él quería algo serio (o sea cómo). Me costó un poco de trabajo, retórica y argumentos basado en la pragmática jajaja pero valió la pena porque a la mera hora resultó bastante cachondín. Sorprendido de mis dotes de convencimiento (oigan yo estoy para que me convenzan) ya no supe mucho de lo que pasaba a mi alrededor. En una de esas que este tipín fue al baño conecté a Hrín con el amigo y todos fuimos felices. Bueno, por un rato porque al Hrín ya le urgía irse como a las 4. Otra propuesta indecorosa pero el mismo problema logístico de no tener lugar (hueva). Ahora que lo pienso creo que sí estaba medio pedo porque en una de esas el beso fue con el tipo sentado en una periquera, su cabeza cerca del piso y yo sosteniéndolo. Weird…
Ya nos habíamos despedido cuando empezaron a poner muy buena música, culminando con el Payaso de Rodeo, el cual bailamos completo. Finalmente salimos (yo feliz por todo pero también porque el segundo ligue también me había dicho que me veía más chico jajaja y yo soñado) y llegamos al hotel donde encontramos a la Gorda en posición Reina Nefertiti de reposo. Obvio la despertamos para contarle nuestras aventuras mientras cenábamos sincronizadas y quesadillas, en tanto Hr recibía un mensaje del galán del antro diciéndole que ¡estaba afuera esperándolo! Jajaja inocente palomita. Finalmente, muy cansados, nos fuimos a dormir.
Obviamente pasamos muchas más aventuras en el viaje, pero, como decía Scherezada, tendrán que ser narradas en otra ocasión…
Jueves 15. Yo como conductor resignado, todo súper bien en la carretera, echando el chal como hace mucho no lo hacíamos (a pesar de que la Gorda ya se nos estaba cuajando). Hasta que llegamos a las proximidades de Chilpancingo y el litro y medio de agua que la Gorda se agandalló de Hrín pugnaba por salir con impetuosa energía. “Un baño, por favor un baño!!” “Weeey les estuve diciendo todo el camino si querían ir en cada baño que se nos atravesó y dijeron que no” “Por favor un baño” decía, ya con voz débil. Para ese entonces ya estábamos en la zona urbana de Chilpancingo y la pobre Gorda ya ni hablaba; yo súper nervioso de que ocurriera algún accidente dentro del coche, le metía velocidad al asunto ante el consabido nerviosismo de Hrín “Friend, cuidado!” “Vas muy rápido, Friend!”, etc. Finalmente un letrerito llegó como una salvación: Gasolinería a 1 km. Pues hacia allá a toda velocidad. A lo lejos se leía “El Tecuán, Restaurante-Bar” Mis gritos: “Gasolinería o Tecuán!! Digan!! Gasolinería o Tecuán” La Gorda hizo uso de sus últimas fuerzas para decir “Tecuán, Tecuán!!”
Nos estacionamos cual Dukes of Hazzard región 4. “Gorda corre”. Mute. “Es que no puedo” “Cómo wey” “Es que no me puedo volver a abrochar el pantalón” [Insertar aquí imagen mental de la Gorda con el pantalón desabrochado y cara de infinito agobio] “JAAA-JAJAJAJAJAJAJA” “YAAA, no me hagan reír”. Superado el handicap, corrimos al baño y digo corrimos porque yo también, no sé si por inspiración, necesidad o empatía, ya también me hacía. [Ahhh taco de ojo colectivo en el Tecuán, lugar recomendado].
Nuestra primera parada en Acapulco fue en la Comer, donde nos tardamos hoooras y compramos medio súper. Con el coche cargado tipo La Risa en Vacaciones, incluyendo el vestido de Moni colgado de un lado, llegamos a donde rentamos la suite, donde el botones amablemente sacó una caja gigantesca para llevar nuestros víveres además de nuestras maletas (imagínense el equipaje de dos gremiales y una niña), las cajas de chelas, el indispensable tequila y demás necessaires. Tanto era que el pobre de Hrín tuvo que entrar con la plancha en la mano, jajaja.
Una terracita con una vista maravillosa de la bahía compensó ciertas carencias de nuestro alojamiento y, muy en plan chefs, nos dispusimos a cocinar hamburguesas de pollo, las cuales humearon nuestros aposentos tipo Operación Tormenta del Desierto. Después muy patrióticos vimos el grito en la tele con chelas y los fuegos artificiales de la bahía. El plan era ir a tomar algo a un lugar bonito, regresar a la Gorda al hotel para que descansara (le pusieron collarín) e ir los dos alegres compadres de antro gremial (yo muy emocionado porque era la primera vez que iba en Acapulco a un antro de esos!!) Al final la Gorda le sacó, que quería descansar y estar bien para la boda y nos abandonó a nuestra (buena) suerte.
Con beneplácito (y después de ser muy chuleados por nuestra fiel y leal Gordis) descubrimos que un antro estaba cruzando la costera (nuestro optimismo al máximo) y llegamos sólo para descubrir que estaba medio vacío. Buenooo pues dijimos, unos drinks y a ver si se llena o a ver si nos vamos a otro (eran las 12). Por supuesto un tequilita para calentar garganta. Hrín y yo claro, pasando revista al ganado. Un chaparrito con sombrero norteño y tatuajes era la primera opción de mi querido amigo. Yo aún no me decidía cuando un negro (que luego resultó no ser negro, sigan leyendo) muy alto me empezó a hacer plática. Abogado, de New York (dije: ya la hice jajaja) y muy chuleador, me acabó de ganar cuando me dijo que me veía más joven que de 25 (Heaven…I´m in heaven…) Ni tardo ni perezoso después de cierto sabroseo, procedió a hacerme propuestas indecorosas. Pero que ni en su lugar ni en el mío porque había gente. "Don´t worry, I have muchou dinerou, I could pay a room dounde tu quieraas", fue su respuesta (qué tal, eh?) Pero mucho sabroseo, mucho sabroseo pero… ¡ni un besito! En palabras del Chiquis, “se quería meter a bañar sin prender el boiler”. Ya me estaba rajando cuando un stripper desnudo nos baila en la barra, con un instrumento bastante respetable y mi “negro” me dice “Mine is bigger” y que me pone la mano. Madres! Estaba gigantesca… Yo estaba entre la hueva y la desidia haciendo tiempo, que fue cuando descubrí que no era negro sino hindú (ya ven que son morenos muy morenos). Finalmente dada la falta de estímulos orales, me ganó la hueva de salir a la lluvia a buscar un cuarto de hotel en pleno puente y pues le dije que estaba muy complicado el plan, que mejor en otra ocasión. Después de un rato me dijo “I think i’m gonna take some fresh air” y se fue para no volver. Fin de la historia del negro fake.
Cuando volteé para comentar el punto con mi amigo, descubrí que ya estaba en gran plática con el “norteñito” (que tampoco era norteño) que le había gustado. Pues me puse a platicar con ellos (claro después de obtener autorización del mini-friend) y le dije al pseudo-norteño que me presentara a uno de sus amigos. Se va muy entusiasta a eso cuando Hrín sin mayor preámbulo me dice “Weeey, es prostiiii!!! Que me cobra 300 la cogida!!” “Cóomo wey? Es neto?” “Sí, pero no sabes, es súper simpático, me tiene botado de la risa” Ya cuando regresó el norteño (que no era norteño sino de Celaya) le dije que mejor no me presentara a nadie, jajaja. Y en serio era súper simpático, no saben, nos contaba chistes, nos enseñaba sus tatuajes (incluído el de la nalga derecha), nos animaba a que tocáramos sus músculos, bueno, hasta una chela le pichamos (le daban una ficha por chupe. Sí, mis queridos amigos ¡NOS FICHÓO! jajaja [Toda una vida chichifa tirada a la basura!]) Por supuesto yo aproveché que ya habíamos pagado por su prostituta compañía para hacerle la entrevista al más puro estilo Cristina Pacheco con respecto de su oficio. Así, nos enteramos que tenía novio, que no aguantaba más de dos rounds por noche, cuánto le medía (la verdad como que nos mintió, yo se la ví más petite), cómo escogía a sus clientes (que le cayeran bien jajaja), y entendimos la diferencia entre un prosti y un chichifo, entre otras cosas. Por supuesto a la hora que le tocaba bailar en la barra, Hrín obtuvo trato VIP (cómo no llevaba cámara, caray!)
Ya después nos quedamos a ver un aburrido, eterno y malo show travesti y como dice el dicho “si te aburres, chupa”, pues acabamos medio pedos, amenizados por las intermitentes visitas del ya “nuestro” prosti (el cual para ese entonces ya le había bajado la tarifa al Chiquis a $250 jajaja) Algo alcoholizado, comencé a hacerle plática al chavo sentado junto de mí, el cual me salió con el cuento de que no quería que fuéramos un faje de una noche, que él quería algo serio (o sea cómo). Me costó un poco de trabajo, retórica y argumentos basado en la pragmática jajaja pero valió la pena porque a la mera hora resultó bastante cachondín. Sorprendido de mis dotes de convencimiento (oigan yo estoy para que me convenzan) ya no supe mucho de lo que pasaba a mi alrededor. En una de esas que este tipín fue al baño conecté a Hrín con el amigo y todos fuimos felices. Bueno, por un rato porque al Hrín ya le urgía irse como a las 4. Otra propuesta indecorosa pero el mismo problema logístico de no tener lugar (hueva). Ahora que lo pienso creo que sí estaba medio pedo porque en una de esas el beso fue con el tipo sentado en una periquera, su cabeza cerca del piso y yo sosteniéndolo. Weird…
Ya nos habíamos despedido cuando empezaron a poner muy buena música, culminando con el Payaso de Rodeo, el cual bailamos completo. Finalmente salimos (yo feliz por todo pero también porque el segundo ligue también me había dicho que me veía más chico jajaja y yo soñado) y llegamos al hotel donde encontramos a la Gorda en posición Reina Nefertiti de reposo. Obvio la despertamos para contarle nuestras aventuras mientras cenábamos sincronizadas y quesadillas, en tanto Hr recibía un mensaje del galán del antro diciéndole que ¡estaba afuera esperándolo! Jajaja inocente palomita. Finalmente, muy cansados, nos fuimos a dormir.
Obviamente pasamos muchas más aventuras en el viaje, pero, como decía Scherezada, tendrán que ser narradas en otra ocasión…
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