Hoy fue un día hermoso. Soleado y con esa brisita fresca otoñal que tanto me gusta. Iba manejando por Coyoacán, feliz después de haber ido a dejarle su regalo de cumpleaños a la Gorda a su trabajo (su cumple fue hace meses pero así somos). De repente, veo un letrero "Helados de yogurt artesanales", el cual bastó para que me frenara, pusiera las intermitentes, me echara en reversa y me estacionara en doble fila. Después de dudar muchísimo (tengo un talento especial para exasperar a todo tipo de dependientes y vendedores con mi indecisión) entre los muchos sabores, me decidí por la sugerencia de la vendedora: manzana. El helado te lo sirven en un barquillo que hacen allí mismo en una como wafflera. Luego le dan forma de cono, sirven el helado, lo recubren con chocolate y le ponen el cereal de tu preferencia. El mío llevaba almendras en rebanaditas, amaranto (milagrosamente sin pasas) y granilla de chocolate. Era muy tentador sentarme en una mesita y disfrutar de la brisita, aunque una punzada de súbito civismo me hizo subirme a mi coche. Una camioneta blanca se estacionó detrás de mí, lo cual terminó por quitarme todo sentimiento de culpa de andar entorpeciendo el tránsito (que era poco a decir verdad). Y entonces, probé el cielo...
Mientras comía mi helado, como que toda la ricura del día se concentraba en mi boca. El placer se intensificaba cada que masticaba una cascarita de manzana y mordía la orillita del conito, aún con chocolate. El mundo era un lugar agradable, las guerras, la pobreza y el hambre mundiales quedaban muy, muy lejos. Todo lo que veía era los árboles y los rayos dorados del sol. El ruido de los coches se convirtió en un sonido lejano, todo lo que oía era la música clásica del stereo y los sonidos crujientes en mi boca. Por un momento recordé tardes doradas de mi niñez, pero la verdad es que preferí enfocarme en el presente. El aquí y el ahora eran perfectos. Y, así fue como en ese ratito, que no sé si fue corto o largo, el cielo tuvo sabor a manzana...
Si alguna vez se encuentran con ese letrerito en una tarde soleada, no lo duden ni un momento. A lo mejor tienen suerte como yo, y experimentan uno de esos momentos donde todo es perfecto. Creo que le llaman felicidad.
5 comentarios:
Fratelo !!! Me recordaste a nuestra consagrada reina de los 80´s Amanda Miguel cuando canta "las pequeñas cosas de todos los días" y es que lo mejor de la vida puede ser esos detalles, de repente el mundo conspira a nuestro favor y entonces todo es perfecto.
Me hace pensar que la felicidad llega de repente, sin mas aviso que su propio efecto, son como una chispa que un momento esta encendida y al otro se apaga, pero nos deja la sensación de su presencia. La felicidad a veces mas que invadirnos como que nos atraviesa no?
Que delicia, me antojaste muchisimo el lugar, la escena, el clima, los sabores y ese sentimiento de plenitud tan delicioso... wow... disfrutemos de las pequeñas bendiciones diarias, friend!
Te quiero....
ayyyyyyyyyy Friend!!!!!!!! llevame por esos HELADOS!!!! Porfis!!!!! Ya que en un ratito no podemos ir a Italia para un gran gelato... llevame a los artesanales porfa!!! Que delicioso!
Verdad que es una decisión muy difícil el sabor del helado!!!! Ahora sí ya me comprendiste, verdad??? Si regresamos, ya no me volverías a gritar como aquella vez... jijjiji
Maryyy claro que te llevo!! Y prometo no gritarte, jajajaja. Pero recuerda que los gritos no fueron por tu indecisión por los sabores, friend, sino por preguntar los precios (sin comprar nada) en todas y cada una de las gelaterias de Florenciaaa!!!!
Ah y Shuuu se me olvidó decirte que a mí me encantó también tu post sobre los colores de tu viaje. También me transporté. Yo también te quiero y lo sabess!!
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