Ayer por fin ví El violín y la verdad es que no acabo de entender porqué causó tanto alboroto en Europa. Sí, la actuación del señor es muy buena, sobre todo considerando que en su vida había actuado. Te transmite una honestidad, una sinceridad, una dignidad que te toca el corazón e impresiona. Sí, la fotografía es excelente. ¿Pero la historia? La historia, en mi opinión, no es muy buena. No es emocionante-conmovedora-sorprendente o algo parecido. Es una historia equis. Me queda la impresión de que los franceses la adoraron por esta obsesión que tienen por los movimientos armados campesinos, pero sólo por eso. En términos generales, la película me pareció buena pero repito, realmente no comprendo por qué causó tanta fascinación y ruido mediático en algunos festivales.
Ayer también ví Lost in Translation y la verdad es que, como saben, estaba muy motivado y con altas expectativas acerca de ella. La impresión que me causó es que, cuando iba a la mitad, ya estaba diciendo: yaaaa que ocurra algoooo!!, ya saben? esa impresión que tienen cuando van en la intro de la película pero saben que lo mejor está por venir. Al fin acabó y el climax tal cómo lo esperaba pues nunca llegó. Pero de todas maneras me gustó. Siento que no es tanto lo que cuenta sino lo que te hace imaginar acerca de lo que sienten los personajes. Sofía Coppola te muestra en imágenes lo que otros directores te hacen saber con palabras. Además de algún modo esta historia, este guión, es tan suelto, podríamos decir tan libre, que te fuerza a adentrarte en la historia para entenderla. Esto es, me imaginé perfecto en Tokio en una situación similar. Casi te sientes en esta depresión, en este mood en el que están los personajes, en el que nada te emociona, nada te toca, en este aburrimiento e indiferencia.En esta crisis existencial provocada por ese gran vacío [por esos grandes vacíos] del que no sabes mucho en realidad pero está presente en toda la película, que casi lo puedes tocar [o más bien ver]. Estas dos soledades que se encuentran de una manera imperfecta, casi casual, casi por error. Tokio se convierte en un reflejo de lo que pasa en sus interiores: un lugar que no conocen, que no reconocen, y que de algún modo les es hostil. Un lugar que no comprenden, que es extraño y en el cual se sienten aislados y solos. Pero la culpa no es de Tokio, es de ellos. Ellos están perdidos dentro de sí mismos y, por consiguiente, también perdidos en esa ciudad y en esa cultura. Tokio representa aquello a lo que se enfrentan en su fuero interno.
Su encuentro les hace recordar la Vida, esa que ya no sienten y que dejaron atrás. Y ese instante, esa chispa de luz que constituye su encuentro, a la vez que les da esperanza e impulso para seguir, también podría conducirlos a otra crisis. Pero eso no es problema de la Vida, sino de ellos. Y es que, si la analizamos, su relación [la neta como casi todas las relaciones románticas que vemos en el cine] no tiene futuro. Las palabras que intercambian son muy pocas, uno deduce como están las cosas por las situaciones más que por las palabras. Ellos en realidad no se conocen, no saben nada el uno del otro. Pero intuímos lo que sienten. El encuentro les sirve como un trampolín con el que sorpresivamente se encuentran en su caída libre hacia la nada. Está en ellos aprovecharlo para subir o no hacer nada y dejar que este impulso se acabe por inercia. El encuentro queda atrás en el momento en que se despiden. Lo que está adelante es la vida de cada uno de ellos, el tomar ventaja de esta oportunidad para enfrentarse a sus fantasmas.