No sé qué pensar ni cómo estar. Por un lado creo que nuestro ranchero y gerente por fin pensó claro al "renunciar" a Macedo de la Concha y mandar una iniciativa de ley para que los individuos en proceso de juicio conserven sus derechos. Cuando lo leí esta mañana me sentí muy feliz, eufórico. Pensé que por fin avanzaba nuestro país. Que por fin veíamos claro.
Por otro lado, el camino queda abierto para que el Peje ocupe la silla presidencial. Cuando, momentos después de mi falaz arrebato de alegría reflexioné en esto, me dió un ligero retortijón (bueno, debo confesar que esto fue acentuado por el hecho de que La Jefa [la cual al parecer hoy tomó anfetaminas y dejó su tratamiento hormonal] con su olor a viejita se apareció y comenzó a dictar frenéticas y confusas órdenes).
Finalmente, cuando pensé que después de todo este performance político quedamos casi igual que al principio, que no hemos avanzado en lo importante, ya no supe que pensar...
Ahora comprendo a los maníaco-depresivos bajo medicamento. Y no me hizo falta nada más que ser mexicano y vivir en México.
Este blog es simplemente un acto de expresión. Creo en el poder de la palabra pero no esperen que dicho poder sea siempre reivindicado con justicia en este lugar. Simplemente relájense. Les va a gustar...
jueves, abril 28, 2005
martes, abril 12, 2005
Del desafuero, el Peje y otros males o Ya estoy harto de lo mismo
Desde hace tiempo quería escribir un post referente al desafuero y al Peje pero lo fui dejando. Quizá fue resistencia a un asunto que poco a poco se fue colando en mi vida y que de entrada me revolvía las entrañas estilo la Shu cuando sus antenitas de vinil le avisan que alguien está discriminando. Y es que no puedo prender la tele, abrir el periódico, ver las noticias internacionales sin que aparezcan asuntos relacionados. Veo espectaculares, propaganda de diputados locales, artistas haciendo declaraciones, carteles. El tema sale hasta en mis conversaciones telefónicas y en mis cafés. Algunos de mis vecinos tienen carteles pegados en sus puertas y hay coches circulando con el mismo letrerito. Afortunadamente aún no he ido a un antro en donde se hable del desafuero, ya sería el colmo, pero temo que el momento llegue. Es más, hasta sentí una especie de placer morboso al imaginar la cara del Peje al ver su desencanto cuando los titulares del día en que se llevó al cabo la primera votación se los llevó la muerte del Papa.
Y miren que estoy totalmente en contra del desafuero. Me parece una cosa sacada del México oscuro, aquél del priísmo aberrante, que a su vez ha hecho salir todos esos fantasmas guardados durante este tiempo (ahora me parece tan corto) en una caja de Pandora política: los acarreos masivos, las leyes sirviendo a los intereses de unos pocos, los "donativos" a fuerzas y la total negación de lo evidente por parte de los involucrados. Y es que en esta historia no parece haber ni buenos ni villanos, toda la clase política parece embarrada por este asunto. El desafuero es, en pocas palabras, una mamada.
Sin embargo, no estoy a favor del Peje. Debo confesar que antes me era muy simpático, me parecía un lucero en nuestro siempre oscuro horizonte izquierdista. Poco a poco me fue pareciendo extraño, oscuro. Recuerdo que la primera vez que se negó a contestar a los reporteros con la frase "lo que diga mi dedito" me pareció genial. A la segunda vez dije qué le pasa a este tonto. Fue la primera señal (para mí, quiero decir). Su plan de gobierno que pretende recuperar el México de los años 70 me parece absurdo, desfasado y anacrónico. Y ya ni quiero hablar del populismo oportunista (si es que hay otra clase de populismo).
Lo peor es que creo que acabará en la cárcel y los que quieren destruirlo lo acabarán favoreciendo, por lo que creo optarán por la vía de la negociación. Esas negociaciones a puerta cerrada que históricamente han dirigido a nuestro país en lugar de la democracia. Pienso que la pregunta importante es si todo este performance político traerá algo bueno al país. Por lo pronto la Bolsa de Valores baja y sube al compás marcado por este suceso y se comenta la probabilidad de que un nuevo crimen político se sume a nuestro (sucio) historial acumulado.
Quisiera creer en el Peje como una oportunidad valiosa, como un político comprometido con nuestro país. Pero no puedo, me resisto, la intuición me marca el sentido contrario. Tal vez me equivoque, y ojalá así sea pero mientras tanto temo por mi país. Un país en el que los políticos anteponen sus intereses personales y de grupo al bien general. Un país en el que las leyes se usan a discreción. Un país en el que lo importante se relega en aras de lo coyuntural y de la oportunidad.
Esto no pretende ser más que un ejercicio catárquico, antes que de análisis. Algo así como contar una vez más algo que quieres olvidar. Lo peor es sentir que apenas empieza...
Y miren que estoy totalmente en contra del desafuero. Me parece una cosa sacada del México oscuro, aquél del priísmo aberrante, que a su vez ha hecho salir todos esos fantasmas guardados durante este tiempo (ahora me parece tan corto) en una caja de Pandora política: los acarreos masivos, las leyes sirviendo a los intereses de unos pocos, los "donativos" a fuerzas y la total negación de lo evidente por parte de los involucrados. Y es que en esta historia no parece haber ni buenos ni villanos, toda la clase política parece embarrada por este asunto. El desafuero es, en pocas palabras, una mamada.
Sin embargo, no estoy a favor del Peje. Debo confesar que antes me era muy simpático, me parecía un lucero en nuestro siempre oscuro horizonte izquierdista. Poco a poco me fue pareciendo extraño, oscuro. Recuerdo que la primera vez que se negó a contestar a los reporteros con la frase "lo que diga mi dedito" me pareció genial. A la segunda vez dije qué le pasa a este tonto. Fue la primera señal (para mí, quiero decir). Su plan de gobierno que pretende recuperar el México de los años 70 me parece absurdo, desfasado y anacrónico. Y ya ni quiero hablar del populismo oportunista (si es que hay otra clase de populismo).
Lo peor es que creo que acabará en la cárcel y los que quieren destruirlo lo acabarán favoreciendo, por lo que creo optarán por la vía de la negociación. Esas negociaciones a puerta cerrada que históricamente han dirigido a nuestro país en lugar de la democracia. Pienso que la pregunta importante es si todo este performance político traerá algo bueno al país. Por lo pronto la Bolsa de Valores baja y sube al compás marcado por este suceso y se comenta la probabilidad de que un nuevo crimen político se sume a nuestro (sucio) historial acumulado.
Quisiera creer en el Peje como una oportunidad valiosa, como un político comprometido con nuestro país. Pero no puedo, me resisto, la intuición me marca el sentido contrario. Tal vez me equivoque, y ojalá así sea pero mientras tanto temo por mi país. Un país en el que los políticos anteponen sus intereses personales y de grupo al bien general. Un país en el que las leyes se usan a discreción. Un país en el que lo importante se relega en aras de lo coyuntural y de la oportunidad.
Esto no pretende ser más que un ejercicio catárquico, antes que de análisis. Algo así como contar una vez más algo que quieres olvidar. Lo peor es sentir que apenas empieza...
sábado, abril 09, 2005
El Friend happy, el Mini-friend entusiasta y un alcoholímetro
Sábado en la noche, regresando de la fiesta de Ginis (por donde el diablo botó la tanga y no regresó por ella). Hectorín y yo circulando por la condesa hacia la casa de Rodrigo. Justo en la esquina antes de llegar, un alcoholímetro. Intento torpe de evasión, pero demasiado tarde. Tenía tres y medio tequilas en mi haber por lo cual no me estresé demasiado, aunque uno no deja de sentir cierto miedillo, sobre todo después de haber sentido cierto mareo durante la parada obligada en el Oxxo. Me obligué a recordar que la última vez que pasé por el alcoholímetro había tomado como siete cervezas, un vodka tonic y tres tequilas y lo aprobé (de milagro). El doctor se presenta.
-¿Ha ingerido bebidas alcohólicas el día de hoy?
-Sí.
-¿Cuántas copas tomó?
-Dos tequilas.
-¿Hace cuánto tiempo?
-Pues... hace cómo dos horas, no friend? (buscando el apoyo moral). Sí, hace como dos horas...
-¿Qué coche trae?
¡¡¿¿¿QUIÉN PREGUNTA ESO???!! Cara de desconcierto...
-No sé (weeeeeey, quién no sabe qué coche maneja?? Un pedo o alguien que no sabe NADA de coches, como yo). Es que este no es mi coche, sabe?... Es el de mi hermana!...
-Ay friend (cara de hel-lo-o), ¿cómo que no sabes? ¡¡TRAES UN STRATUS!!
En ese momento pensé que el pedo NO ERA YO.
-¿Cóomo wey?
-Ah no! Estee, traes un, estee...
-Bájese por favor.
Madres. Me bajo del coche, recargándome en el cofre para evitar cualquier bamboleo revelador (precaución inútil, pues te bambolees o no, la maquinita es la que manda).
-Esta es una boquilla nueva, se utiliza una diferente para cada conductor, bla, bla, bla.
En el ínter, Hrín ya junto a mí muy atento al procedimiento. Pregunta:
-¿Y de cuánto es el límite permitido?
-De 0.4
Por qué no, yo le cuento que la última vez que me pararon marcó 0.38. "!Ah muy bien!", dice el doctor. No nos quedó claro si aprobaba que manejaba casi en estado de ebriedad o si nos daba el avión...
-Tome aire y sople de manera continua hasta que yo le indique.
Comienzo a soplar hasta que suena un bip. Los numeritos suben lentamente y para mi sorpresa y alivio, se detienen en 0.1
-0.1 Puede irs...
-¡¡AAY!!... ¿¿ME LO PUEDE HACER A MÍ TAMBIÉN?? (El Hrín todo entusiasta y con cara de estar ante una atracción del Museo del Papalote)
-"¡NO!", responde el doctor, da media vuelta y se va...
Ya en el coche:
-¿Quién, wey? ¿Quién?
-¿Ha ingerido bebidas alcohólicas el día de hoy?
-Sí.
-¿Cuántas copas tomó?
-Dos tequilas.
-¿Hace cuánto tiempo?
-Pues... hace cómo dos horas, no friend? (buscando el apoyo moral). Sí, hace como dos horas...
-¿Qué coche trae?
¡¡¿¿¿QUIÉN PREGUNTA ESO???!! Cara de desconcierto...
-No sé (weeeeeey, quién no sabe qué coche maneja?? Un pedo o alguien que no sabe NADA de coches, como yo). Es que este no es mi coche, sabe?... Es el de mi hermana!...
-Ay friend (cara de hel-lo-o), ¿cómo que no sabes? ¡¡TRAES UN STRATUS!!
En ese momento pensé que el pedo NO ERA YO.
-¿Cóomo wey?
-Ah no! Estee, traes un, estee...
-Bájese por favor.
Madres. Me bajo del coche, recargándome en el cofre para evitar cualquier bamboleo revelador (precaución inútil, pues te bambolees o no, la maquinita es la que manda).
-Esta es una boquilla nueva, se utiliza una diferente para cada conductor, bla, bla, bla.
En el ínter, Hrín ya junto a mí muy atento al procedimiento. Pregunta:
-¿Y de cuánto es el límite permitido?
-De 0.4
Por qué no, yo le cuento que la última vez que me pararon marcó 0.38. "!Ah muy bien!", dice el doctor. No nos quedó claro si aprobaba que manejaba casi en estado de ebriedad o si nos daba el avión...
-Tome aire y sople de manera continua hasta que yo le indique.
Comienzo a soplar hasta que suena un bip. Los numeritos suben lentamente y para mi sorpresa y alivio, se detienen en 0.1
-0.1 Puede irs...
-¡¡AAY!!... ¿¿ME LO PUEDE HACER A MÍ TAMBIÉN?? (El Hrín todo entusiasta y con cara de estar ante una atracción del Museo del Papalote)
-"¡NO!", responde el doctor, da media vuelta y se va...
Ya en el coche:
-¿Quién, wey? ¿Quién?
martes, abril 05, 2005
Es la primavera! o Apología del calor
El manual de Carreño señala que las conversaciones que versen sobre el clima son adecuadas con cualquier interlocutor y casi en cualquier momento. Y es chistoso que este tema muy comúnmente conduce al tópico de que si uno prefiere el frío al calor o viceversa. Más chistoso aún que en estos coloquios los defensores del frío repiten exactamente los mismas lugares comunes! V.g: "con el frío me pongo una chamarra y se me quita, con el calor aunque me desvista lo sigo sintiendo"; "el calor me atonta"; "si hace mucho calor no me dan ganas de hacer nada", etc. Siento que para defender al calor existen muchas más razones.
Mientras escribo esto estoy con las ventanas abiertas, el ventilador a todo lo que da, bebiendo un vaso gigantesco de agua con hielos (o debo decir hielo con agua) y comiendo un plato de sandía previamente guardada en el refri. Y soy feliz. Debido al cambio de horario y al calor, se me ha hecho súper difícil conciliar el sueño toda esta semana (a lo cual se debe mi aspecto y actitud de zombie), pero no me importa. Con el calor me dan ganas de hacer mil cosas, no me cuesta trabajo levantarme temprano (el calor hace que salte de la cama a la ducha), me dan ganas de hacer ejercicio (ya hasta me compré un nuevo aparatillo de abdominales) y bueno, hasta lavar mi coche me parece una tarea agradable (lo cual me parecería una aberración el resto del año).
Me gusta no pensar en qué sweater, chamarra, bufanda, etc. combinan con el outfit del día y entre sí mutuamente. Dos sweaters ligeros con los colores de la temporada en el coche te quitan de apuros. Me encanta cómo se ven las mujeres con falda. Me encanta caminar en la noche con alguien o con mi Sabrina (mi perra) en playera. Me encanta ir a la playa. Me gusta dormir con la ventana abierta y ver el cielo y sentir la brisa nocturna. Me gusta ir de antro y no tener que pagar la cuota del guardarropa. Me gusta salirme de bañar a cualquier hora del día sin pensar con angustia en el shock térmico al salir a vestirme (peor si se me olvidó prender el calentador antes de meterme al baño!). Mis plantitas crecen y yo tomo más agua (una escultura no se hace en un día). También adoro el horario de verano! Me encanta estar en la terraza de un café a las 8 y media de la noche y que aún haya luz. Además, con más luz como que la gente está de mejor humor y, sobre todo, menos entumida y más ligera de ropas (yummi...) Bueno, si hasta es de público conocimiento que con el calorcito hasta todos andamos un poquito más hornies, por lo que las probabilidades de salir de la sequía (aquellos que se encuentren en ella) o dar alegrías adicionales a nuestros días son mayores...
Esta es una invitación a compartir esta alegría o, por el contrario, a buscar razones más creativas para defender el frío. Y todo esto con el plus adicional de que en dichas conversaciones, pocas veces se entra en polémica. El respeto por el termostato personal de los demás impera. Carreño lo aprobaría...
Mientras escribo esto estoy con las ventanas abiertas, el ventilador a todo lo que da, bebiendo un vaso gigantesco de agua con hielos (o debo decir hielo con agua) y comiendo un plato de sandía previamente guardada en el refri. Y soy feliz. Debido al cambio de horario y al calor, se me ha hecho súper difícil conciliar el sueño toda esta semana (a lo cual se debe mi aspecto y actitud de zombie), pero no me importa. Con el calor me dan ganas de hacer mil cosas, no me cuesta trabajo levantarme temprano (el calor hace que salte de la cama a la ducha), me dan ganas de hacer ejercicio (ya hasta me compré un nuevo aparatillo de abdominales) y bueno, hasta lavar mi coche me parece una tarea agradable (lo cual me parecería una aberración el resto del año).
Me gusta no pensar en qué sweater, chamarra, bufanda, etc. combinan con el outfit del día y entre sí mutuamente. Dos sweaters ligeros con los colores de la temporada en el coche te quitan de apuros. Me encanta cómo se ven las mujeres con falda. Me encanta caminar en la noche con alguien o con mi Sabrina (mi perra) en playera. Me encanta ir a la playa. Me gusta dormir con la ventana abierta y ver el cielo y sentir la brisa nocturna. Me gusta ir de antro y no tener que pagar la cuota del guardarropa. Me gusta salirme de bañar a cualquier hora del día sin pensar con angustia en el shock térmico al salir a vestirme (peor si se me olvidó prender el calentador antes de meterme al baño!). Mis plantitas crecen y yo tomo más agua (una escultura no se hace en un día). También adoro el horario de verano! Me encanta estar en la terraza de un café a las 8 y media de la noche y que aún haya luz. Además, con más luz como que la gente está de mejor humor y, sobre todo, menos entumida y más ligera de ropas (yummi...) Bueno, si hasta es de público conocimiento que con el calorcito hasta todos andamos un poquito más hornies, por lo que las probabilidades de salir de la sequía (aquellos que se encuentren en ella) o dar alegrías adicionales a nuestros días son mayores...
Esta es una invitación a compartir esta alegría o, por el contrario, a buscar razones más creativas para defender el frío. Y todo esto con el plus adicional de que en dichas conversaciones, pocas veces se entra en polémica. El respeto por el termostato personal de los demás impera. Carreño lo aprobaría...
lunes, abril 04, 2005
La muerte del Papa
No saben cómo me deprimí el viernes con el Papa muriendo. Aún no sé que me deprimió más: la muerte inminente de una persona que he admirado desde siempre o el amarillismo furioso y la ostentación pública del sufrimiento. No sé cuántas veces ví las últimas apariciones públicas del Santo Padre y fue patético, morboso y horrible. Lo peor fue que no pude despegarme del televisor en toda la tarde. Con el tiempo superé la aversión que me provocaba el ver el encabezado de CNN: "La agonía del Papa". Ni siquiera salí, como era mi plan.
Es curioso ver como la postura ante un personaje como el Santo Padre siempre puede ser motivo de controversia. Aún recuerdo cuando estaba leyendo el último libro del Papa, "Levantaos, vamos!", y un niño del Colmex me preguntó que por qué leía eso. Yo le contesté que porque consideraba que el Papa era un personaje global y que siempre sería interesante ver lo que tiene que decir, sumado a que siempre lo había admirado. Me miró sin poder creerlo y se fue, para regresar un minuto después: "¿es en serio lo que dijiste?" Yo: "Claro, puedes o no estar de acuerdo con su postura pero no puedes dejar de reconocer que es una persona sumamente inteligente y, a mi modo muy particular de ver, bastante maquiavélico en materia política". Otra vez me miró como si le hubiera dicho que me iba a operar para tener bubis y me dijo: "¡¿cómo puedes admirar a alguien que apoyó regímenes militares?!". No supe que decir no tanto por la falta de argumentos sino por la expresión de su rostro de completa consternación-casi-asco por mi aseveración.
El libro no fue lo que yo esperaba --una excelsa autobiografía vista al final de su vida-- sino un llamado al apostolado. Equis. Lo que me dejó en claro es que hacer la declaración de que uno admira al Papa puede hacerte perder tu reputación en ciertos círculos. Y es que no se trata de apoyar o no regímenes militares, de contribuir o no a la caída del muro de Berlin y/o regímenes comunistas o de haber sido un hábil mediador en conflictos internacionales. No, cualquier personaje histórico o actual puede hacer eso y ser admirado sin provocar levantamientos de cejas. El punto medular es que el Papa es el jerarca de nada menos que la Iglesia Católica. Así que la opinión mucho depende de la relación de cada persona con y su perspectiva de esta institución. Me quedó claro que en ese tema tenía que escoger muy bien a mis interlocutores.
A pesar del vacío que considero deja Juan Pablo II, no puedo dejar de sentir emoción ante la elección de un nuevo Papa. ¿Cómo terminará la elección en el contexto de la lucha entre las dos corrientes actuales de la iglesia: liberales vs conservadores? Algunos de los temas centrales de esta discusión parecen ser el papel de la mujer dentro de la Iglesia, el celibato sacerdotal y las bodas entre homosexuales. Claro que aunque se elija a un Papa liberal, las expectativas de cambios con respecto a estos asuntos no pueden ser mas que moderadas, pero me daría gusto que se diera un paso en dirección opuesta a la que hasta ahora se ha mantenido.
Finalmente, ¿creen que alguno de los "papabili" desee realmente ser Papa? Yo lo concedo como secreto oculto del corazón pero, para empezar, las responsabilidades y el trabajo son durísimos. Además, después de Juan Pablo II, lo más seguro es que, por lo menos al principio, la triple corona le quede grande a cualquiera. We'll see...
Es curioso ver como la postura ante un personaje como el Santo Padre siempre puede ser motivo de controversia. Aún recuerdo cuando estaba leyendo el último libro del Papa, "Levantaos, vamos!", y un niño del Colmex me preguntó que por qué leía eso. Yo le contesté que porque consideraba que el Papa era un personaje global y que siempre sería interesante ver lo que tiene que decir, sumado a que siempre lo había admirado. Me miró sin poder creerlo y se fue, para regresar un minuto después: "¿es en serio lo que dijiste?" Yo: "Claro, puedes o no estar de acuerdo con su postura pero no puedes dejar de reconocer que es una persona sumamente inteligente y, a mi modo muy particular de ver, bastante maquiavélico en materia política". Otra vez me miró como si le hubiera dicho que me iba a operar para tener bubis y me dijo: "¡¿cómo puedes admirar a alguien que apoyó regímenes militares?!". No supe que decir no tanto por la falta de argumentos sino por la expresión de su rostro de completa consternación-casi-asco por mi aseveración.
El libro no fue lo que yo esperaba --una excelsa autobiografía vista al final de su vida-- sino un llamado al apostolado. Equis. Lo que me dejó en claro es que hacer la declaración de que uno admira al Papa puede hacerte perder tu reputación en ciertos círculos. Y es que no se trata de apoyar o no regímenes militares, de contribuir o no a la caída del muro de Berlin y/o regímenes comunistas o de haber sido un hábil mediador en conflictos internacionales. No, cualquier personaje histórico o actual puede hacer eso y ser admirado sin provocar levantamientos de cejas. El punto medular es que el Papa es el jerarca de nada menos que la Iglesia Católica. Así que la opinión mucho depende de la relación de cada persona con y su perspectiva de esta institución. Me quedó claro que en ese tema tenía que escoger muy bien a mis interlocutores.
A pesar del vacío que considero deja Juan Pablo II, no puedo dejar de sentir emoción ante la elección de un nuevo Papa. ¿Cómo terminará la elección en el contexto de la lucha entre las dos corrientes actuales de la iglesia: liberales vs conservadores? Algunos de los temas centrales de esta discusión parecen ser el papel de la mujer dentro de la Iglesia, el celibato sacerdotal y las bodas entre homosexuales. Claro que aunque se elija a un Papa liberal, las expectativas de cambios con respecto a estos asuntos no pueden ser mas que moderadas, pero me daría gusto que se diera un paso en dirección opuesta a la que hasta ahora se ha mantenido.
Finalmente, ¿creen que alguno de los "papabili" desee realmente ser Papa? Yo lo concedo como secreto oculto del corazón pero, para empezar, las responsabilidades y el trabajo son durísimos. Además, después de Juan Pablo II, lo más seguro es que, por lo menos al principio, la triple corona le quede grande a cualquiera. We'll see...
viernes, abril 01, 2005
Poll: Los breaks
Busco su opinión, que me cuenten su experiencia. ¿Sirven los breaks en una relación??? Sí?, no?, bajo qué condiciones?. Help!
"Oyes ira", o de lo naco
"No podría definirla con exactitud pero la reconozco cuando la veo". Esta frase puede aplicarse tanto a la pornografía como a la naquez. Y es que es realmente difícil poner las características de lo naco en palabras. Y también sucede que la misma palabra, aún teniendo el mismo significado, puede tener distintas connotaciones. Por ejemplo, no es lo mismo que a tu amigo o amiga le digas "eres un(a) naco(a)", que uses el mismo término para referirte a las características físicas y/o socioeconómicas de otra persona. Pero pensemos: ¿Cuál es la fuente de donde lo naco emana?
Tomando una perspectiva realista (y un poco cínica a decir verdad), la falta de oportunidades parece ser la fuente primordial de lo naco. Calificamos como naco la falta de gusto en el vestir y en todos los ámbitos de la vida, la incorrección en el hablar y en el escribir, la carencia de cultura, la mala educación, lo grosero, lo cursi (entendido como lo que pretende ser de buen gusto sin serlo), lo wannabe, la farolez y, en general, la falta de refinamiento. En este sentido, gran parte de la población es naco no porque quiera, sino porque no le queda de otra. Carece de las oportunidades de educación, información, tiempo de ocio y condiciones de vida que le permita reflexionar sobre refinamientos más allá de las necesidades básicas. Y es también de donde surge el lado oscuro de calificar la naquez, donde los prejuicios sociales y racistas determinan tal condición sin que el individuo calificador se tome un momento para ponerse en los zapatos (también nacos a su parecer) del ser al que cataloga como naco.
¿Pero qué pasa cuándo las condiciones que determinan lo naco se presentan en alguien no falto de oportunidades? Alguien con acceso a la educación e información, con un nivel socioeconómico que le permita ir y ver más allá del resto de la población y que presente conductas sociales inaceptables como hablar incorrectamente, vestirse mal, farolear para impresionar o ser un patán al volante o con los que considera sus inferiores. Entonces podríamos decir (en condiciones no tan subjetivas como el gusto en el vestir que miren que hay gustos para todo) que la naquez emana de un estado mental de no superación y patanez. Y aún aquí tendríamos que ver el papel que ejercen los prejuicios para calificar o no de nacos a estos individuos. Pensemos en el típico o típica niño(a) que cumple con todas las convenciones sociales esperadas en su medio y está a la vanguardia en el vestir pero que no ve más allá de su pequeño mundo/burbuja. No se interesa por los museos y no oye más allá de la música de moda (primordialmente pop, locual paradójicamente significa popular). Es un patán o patana con todo aquel que no considera su igual y jamás lee un periódico. Tal individuo cumple con las condiciones de naquez mental pero no se le califica como naco, sino como la definición de su contrario, lo fresa. Entonces surge aquí un punto interesante.
Se califica de naco lo diferente, la otredad, aquello a lo cual no pertenecemos o no aceptamos. Es una forma de calificar al otro para diferenciarnos, para hacernos sentir mejores personas, más educadas, refinadas, informadas y definitivamente con mejor gusto y más a la moda. Calificar al otro como naco es reafirmar nuestro yo, nuestra identidad de persona "mejor que los demás" y, por qué no? también reafirmar nuestro sentido de identidad al grupo social al que pertenecemos. Es también elevarnos por encima de aquél al cual descalificamos poniendo una etiqueta indeseable. No es muy diferente de cualquier criterio racista (los cuales misteriosamente tienen fuertes vínculos con lo naco), tipo Alemania nazista, o religioso para desprestigiar la otredad.
Desde una perspectiva individual, podriamos decir que una persona con una autoestima sana no dice de otro "es un naco". Pero finalmente entran otros factores, como la costumbre y el consenso y presión sociales. A lo mejor no necesito decirle al otro que es un naco, pero como todos lo hacen pues yo también. No lo pienso, simplemente lo hago. Aquí existe una solución, que es el traer a la conciencia las implicaciones de la discriminación por lo naco; reflexionar un poco sobre las causas y efectos tanto en nuestro interior como en nuestro entorno de dicha conducta.
Este análisis no tiene otro objetivo que el ser un ejercicio divertido de escritura y por supuesto, no pretende ser un análisis exhaustivo de las causas y consecuencias de la naquez (¡podría escribirse un libro!). También puede ser tomado como una invitación a la reflexión (¿por qué no?) sobre el uso de otras frases prejuiciosas como por ejemplo "fulanita es una puta". Ah! y por supuesto, también una invitación para sus comments, opiniones y ampliaciones. Así que no sean nacos y escriban...
Agradezco a mis amigos Shu, Moni y Hectorín la inspiración proporcionada para este post.
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