Ya son tres días seguidos: ceno en la cocina, prendo la tele, veo las noticias y lloro. Si, ya sé, qué stress. Y todavía no sé que es lo que me conmueve más, si las terribles tragedias en Tabasco y Chiapas y el dolor de la gente, o ver la generosidad y el gran corazón de todos los mexicanos y extranjeros ante esta situación extrema. Me encantó escuchar a Ana Gabriela Guevara opinar acerca de la declaración del presidente, de que no debe haber ningún tipo de protagonismo en lo concerniente a la ayuda. Ella opinó que es cierto, que la ayuda la podemos brindar con la conciencia de que todos los mexicanos somos uno.
Y es que si, como nos enseña la vida, intentamos ver lo bueno dentro de cada situación, las tragedias de este tipo nos sirven entre otras cosas para hacer conciente este hecho: todos somos uno. Este pensamiento nos parece sencillo cuando pensamos en Tabasco; brindamos nuestra ayuda por múltiples motivaciones, pero el objetivo es el mismo: lograr que otra persona esté mejor. Nos parece natural ayudar a otros mexicanos. Nos parece que el sentimiento de fraternidad crece y personas con las que tal vez no tenemos nada en común las sentimos cercanas, próximas, nos imaginamos qué pasaría si fueran de nuestra propia familia.
El budismo sugiere exactamente eso. Al reflexionar sobre el sufrimiento, encontramos que lo que une, no sólo a los humanos, sino a todas las creaturas en general, es el sufrimiento. Partiendo de la conciencia de este hecho, surge la Compasión, que es para los budistas la máxima virtud. Tal vez la concepción budista de la Compasión podría explicarse como Amor sin apego. Es desear el bien del otro, pero sin el deseo de poseer o aferrarse al objeto de nuestro amor.
Todas las grandes religiones y doctrinas enseñan el mismo conocimiento, a veces de distinta forma. Todos somos uno. Siento que el conocimiento de esta verdad puede ayudarnos mucho. Trasladándola no sólo a México en general, sino empezando por lo primero. Una familia que considere que todos sus miembros forman una unidad tomará sus decisiones considerando el bienestar de todos y podrán salir de cualquier problema, juntos. Al aplicar este conocimiento en nuestras relaciones interpersonales, con nuestros amigos y enemigos, podemos aprender a ver cada situación desde el punto de vista del otro y perdonar con mayor facilidad. Considerar que el bien del otro redunda en nuestro propio bienestar obraría maravillas en cualquier sociedad, pueblo, ciudad, empresa, gobierno y país. Somos uno no sólo con todos los mexicanos, sino con la Humanidad entera. Si las grandes tragedias nos enseñan eso, tengamos por cierto que el calentamiento global nos lo recordará en los años venideros. Somos uno, no solamente con la Humanidad entera, sino con todas las creaturas. El pensar esto nos ayudaría a cuidar mejor al planeta, que es nuestra casa. Somos uno con el Universo entero, como la ciencia ha comenzado a descubrir por medio de la física cuántica y las teorías unificadoras. Somos uno con el Todo, lo que es igual a decir que somos uno, no solo con lo visible, sino también con lo invisible, con el Pensamiento y el Espíritu. Y la comprensión de esta verdad implica mucho.
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