Me angustié un poco cuando supe que tenía que hacerme unos exámenes de sangre. En mi historia de vida, siempre que me han sacado sangre, caigo desmayado cual narcoléptico sin medicación. De pequeño mi hermano tenía un soplo en el corazón y tenían que sacarle sangre continuamente. Mientras él, más pequeño, dejaba que le sacaran sangre con toda tranquilidad, entereza y alegría, las enfermeras tenían que atenderme a mí, que caía al piso a la vista de ese fluido [y ahora me pregunto que tenía yo que estar haciendo allí]. Me acuerdo perfecto de la última vez que me sacaron sangre y que yo ya estaba seguro que esa vez no me había desmayado y estaba esperando muy tranquilo a que me tomaran una radiografía de tórax junto a mi hermana. Ya habían pasado como 15 o 20 minutos de que me la habían sacado [la sangre], y estaba leyendo una revista cuando de repente bolas Don Cuco! no supe de mí.
En esta ocasión me angustié un poco más porque nadie me acompañaría (aunque Liz súper linda se ofreció, gracias amiga) y después tendría que manejar al trabajo. Me imaginé desmayándome en pleno Periférico!!! No, qué stress, ahora sí tenía que tomar to-das las pre-cau-cio-nes. Al salir de casa metí en una bolsita mi desayuno "no-te-me-desmayes-aquí", que incluía: Activia de fresa, 3 galletas integrales de avena light [Liz me regaló una bolsa, las venden en Costco, deliciosas amigos], una manzana, un plátano y un yakult. Proteínas, carbohidratos y grasas [según muy light, pero cada galletita tiene 3 g. de grasa]; lácteos, frutas y cereales. A pesar de lo light, era un desayuno balanceado y con azúcares.
Yo no sé ustedes pero yo siempre he creído en los ángeles. Una vez, hace como diez años ya, fui a un "taller de ángeles" en la colonia Roma junto con mi hermana y mi tía. Allí, en estado de profunda relajación, en una meditación guiada por una mujer de habla suave y outfit orientaloide, mi ángel me dijo su nombre: Hassiel [aunque a veces, como hoy, prefiere Jaziel]. El día del examen, lo primero que hice al despertarme fue pedirle a Jaziel que me acompañara todo el día, que no me dejara solo y, lo más importante, que me cuidara para que 1) no me desmayara o 2) que si me desmayara, pues me cuidara! o sea que porfa-porfa-plis-plis no me desmayara yendo al volante o bajando una escalera [esto último no tanto por lo peligroso, sino porque allí sí no habría manera de conservar el estilo].
Con ese consuelo, me presenté [un poco pálido] al examen. Me dijeron que esperara. En la sala de espera no había nadie y estaba oscura. Yo aproveché para concentrarme en mi respiración y tratar de relajarme un poco. Inhala, cuenta cuatro. Pausa. Exhala, cuenta siete. Inhala. Pausa. Exhala. Recuerda que desmayarte significa evasión y necesitas ubicarte en el presente. Recuerda que día es hoy. Ve la hora que es. Inhala. Exhala. Concéntrate en el aquí y el ahora. Inhala. Exhala. De repente, ¡¡todo a mi alrededor se iluminó!! No, no era ninguna revelación celestial, sino un electricista que estaba reparando las conexiones eléctricas de la sala. Por fin salió el laboratorista y antes de entrar volví a pedirle a Jaziel que me acompañara, que estuviera conmigo.
El laboratorista me pidió que me sentara, me indicó la forma en la que tenía que extender mi brazo y apretar el puño. Me puso la liga y me frotó con un algodón con alcohol. En ese momento, sentí caliente caliente el punto en donde estaba la vena y sentí como escalofríos. A pesar de que dentro de mi lista de precauciones estaba el POR-FAVOR-NO-VAYAS-A-VOLTEAR-NI-VEAS-NADA, no pude evitar voltear un poco a la izquierda. Lo que vi fue un como broche o pin que el laboratorista tenía en su bata. ¡¡Era un ángel!! Dorado y con piedritas blancas. Me sentí feliz, sentí como si fuera la forma en que Jaziel me decía que estaba allí, conmigo!! Que no tuviera miedo. Mientras le agradecía, todo pasó rápidamente y sólo me dolió un poquitín cuando sacaron la aguja. Le pedí al laboratorista que por favor me diera un algodón con alcohol porque solía desmayarme en estos trances. Súper lindo me lo dió, me dijo que ni me parara, que me esperara todo el tiempo que quisiera en esa silla y que antes de irme por favor le avisara. Después de como 7 minutos que estuve allí [recuerden que tenía que hacer todo lo posible para no desvanecerme], me levanté y el otro me preguntó varias veces si estaba seguro que estaba bien, que necesitaba desayunar y que si quería que me acompañara aunque sea al piso de abajo. Le dije que no, que mil gracias y por fin caminando despacito [no soy exagerado, sólo pre-ca-vi-do] llegué a mi coche. En esos estados ya no sabes si te sientes raro porque te sacaron plasma, porque no has desayunado o porque estás muy nervioso pero me sentí feliz cuando por fin me senté y pude desayunar tranquilamente.
Llegué a mi trabajo sin desfallecer ni causar accidentes, claro pegado con crazy a mi algodoncito con alcohol [el poli de la entrada me vió con una mirada muy suspicaz, pues claro, parecía mi mini-monita de thiner] y al llegar les advertí a Elsa y Memo que si les llamaba en mi auxilio y socorro me dieran mi monita y no me dejaran dar el zapotazo. Pero no, es la primera vez que no me desmayo y estoy muy orgulloso! Claro, como dirían los Beatles, with a little help from my friends.